La **resiliencia** es como un "músculo emocional" que te permite no solo soportar las dificultades, sino también aprender de ellas y crecer. Imagina que enfrentas una pérdida, un fracaso o una situación de estrés; una persona resiliente es capaz de procesar el dolor o la frustración, adaptarse, y encontrar la manera de seguir adelante, muchas veces con más fortaleza y sabiduría que antes.
No se trata de ignorar el sufrimiento, sino de reconocerlo y, a través de habilidades emocionales, apoyos sociales y estrategias de afrontamiento, encontrar un camino hacia la recuperación. La resiliencia se construye con experiencias de vida, buenos hábitos emocionales, y una red de apoyo sólida. Es clave para el bienestar, ya que permite mantener la estabilidad emocional incluso en los momentos más difíciles.