Fomentar emociones saludables y resiliencia en los niños es esencial para su bienestar y desarrollo. Los adultos, especialmente padres y educadores, pueden apoyar a los niños creando un entorno seguro donde se validen sus emociones, ayudándolos a expresar sus sentimientos y enseñándoles estrategias para enfrentar la adversidad. Al mostrar empatía y ser un modelo de gestión emocional, los adultos les permiten a los niños aprender a adaptarse ya recuperarse de situaciones difíciles, lo que fortalece su capacidad para superar desafíos futuros de manera positiva y constructiva.
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